Vaya historia...
Salvador Alvarenga relata su periplo en alta mar durante los catorce meses que duró su naufragio tras la presentación de su libro en España
Ahora,
se enfrenta a la demanda de la familia de su compañero de naufragio, quienes lo acusan de habérselo comido.
"Era sábado. Yo debía partir con mi amigo Ray", su compañero habitual de pesca. Pero por un imprevisto, éste no pudo presentarse y fue Ezequiel Córdoba, un
joven mexicano de 22 años sin experiencia en alta mar, quien inició este periplo con él, aunque no lo pudo terminar.
Salvador era un pescador experimentado, conocía el mar, pero una tormenta empujada por "el norteño" -un viento de la zona- lo sorprendió. Las olas zarandearon con bravura la embarcación durante varios días y el motor acabó por ceder, recuerda.
Hasta que consiguieron un mecanismo para almacenar agua de lluvia, ambos
subsistieron a base de «beber orina y la sangre de las tortugas y gaviotas que atrapábamos para comer».
«A los cinco días a la deriva me entregué a Dios».
Más que un castigo, considera una prueba este viaje sin destino. Un reto al que se enfrentó también
su compañero de embarcación, quien murió de inanición, privado de comer por el miedo a volver a enfermar tras envenenarse de un pájaro en mal estado.
Salvador le prometió visitar a su madre si se salvaba. El cuerpo inerte de Córdoba permaneció en el barco durante varios días y, como si su compañero continuara vivo, Salvador "le daba cada mañana los buenos días", recuerda, no sabe si guiado por las alucinaciones o por la soledad.
Finalmente,
asegura que se deshizo de su cuerpo y lo tiró al mar.
Transcurrieron otros trescientos días hasta que Salvador avistó tierra.
Reconoce que se planteó suicidarse:
"Tenía pensado ahorcarme en la proa del barco".
Su
mayor momento de desesperación lo recuerda claramente: fue después de que
un barco se acercara lo suficiente para verlo y cuya tripulación "saludó al verme... pero no se detuvieron para recogerme".
Salvador admite que su naufragio tiene un capítulo que todavía no ha cerrado.
Visitó a la familia de Ezequiel Córdoba para cumplir el pacto acordado con el joven.
Su madre no quiso escuchar la historia del joven ni de cómo murió su hijo, explica Salvador.
Sí lo hizo su familia, quien meses después lo demandó.
Le acusan de no haber arrojado el cuerpo del joven al mar, como él narra y asegura a este diario, sino de comérselo.
Pero nadie puede confirmar la forma en la que murió Córdoba, salvo él mismo, como la historia de su naufragio....
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uff....
www.elmundo.es/sociedad/2016/11/23/5834a...68aeb5f208b469a.html