MADRID (EFECOM / María Taboada). El 1 de enero se cumplen diez años de la implantación del euro y de la compleja operación que se desplegó en España para retirar la peseta, moneda que pese a todo, sigue estando en el subconsciente colectivo de millones de españoles.
Tras años de preparativos, en enero de 2002 comenzó la transición definitiva de España y de sus socios hacia una unión monetaria real, aunque durante dos meses, hasta el 1 de marzo, el euro convivió con la peseta.
Previamente se había puesto en marcha una elaborada operación logística para asegurar que todos los cajeros automáticos de España fueran capaces, nada más sonar las campanadas de Nochevieja, de escupir euros.
En medio de un gran secretismo, camiones militares y almacenes de ubicación desconocida sirvieron para distribuir concienzudamente la moneda única por todos los rincones del país.
En paralelo, se desarrolló una intensa campaña de comunicación a través de los medios, escuelas, asociaciones y organizaciones ciudadanas, y especialmente en las que agrupaban a los colectivos más desprotegidos, como los minusválidos o los ancianos.
Desde la televisión, conocidos presentadores, como la entonces presentadora del informativo de Televisión Española Letizia Ortiz, protagonizaron campañas públicas para familiarizar a la población con los cambios que se avecinaban.
El Ministerio de Economía dio vida, además, a una familia ficticia, los "García", unos privilegiados que tuvieron acceso al euro antes que el resto de españoles, y que se encargaron de explicar el valor preciso del euro y de recordar que los precios no iban a cambiar con la conversión.
La apreciación popular, desde luego, no fue esa, y pronto surgieron las protestas por el llamado "redondeo" que se produjo automáticamente en los bienes de consumo, y que provocó una cierta equivalencia psicológica entre las 100 pesetas y un euro, aunque el cambio real era de 166,386 pesetas.
Como consecuencia, los precios crecieron el doble de lo previsto en el 2002, aunque la inflación fue muy superior en los bares y restaurantes (5,8%), en la ropa y calzado (5,3%), el transporte (5%), y la comida (4,6%).
Pasados ya 10 años desde entonces, la peseta es ya una desconocida entre los más jóvenes, aunque muchos de los mayores la siguen utilizando para comparar mentalmente el precio de las cosas.
Además, no todas las pesetas han sido retiradas. Actualmente, el importe de los billetes y monedas que aún no se ha canjeado alcanza los 1.708 millones de euros, según los datos del Banco de España.
Este importe supone más dinero de lo que Irlanda espera ingresar en sus arcas en 2012 con la introducción de una nueva batería de impuestos y medidas de ahorro.
Del total del importe en pesetas que aún queda en manos de los españoles, 881 millones de euros corresponden a monedas y 897 millones a billetes.
El Banco de España asegura que aunque es imposible prever las pesetas que quedarán sin canjear, un cierto porcentaje de ellas no volverá nunca al supervisor.
En su opinión, esto se debe a que muchas pesetas ya forman parte de colecciones o simplemente estarán en manos de los ciudadanos como recuerdo, mientras que otras se habrán perdido.
Por otro lado, otra parte de las pesetas podría estar todavía en manos de turistas que visitaron España.
Las primeras monedas de pesetas que se acuñaron, según la Fabrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda, fueron en 1869, por Decreto de 19 de octubre, para adecuar el sistema monetario al de la Unión Monetaria Latina.
La primera emisión de los billetes en peseta se produjo el 21 de octubre de 1940, y durante toda su trayectoria se han estampado en ellos diversas motivaciones, aunque la mayor parte ha servido para rendir homenaje a personalidades destacadas en los distintos ámbitos de la historia.
Cristóbal Colón ha sido uno de los personajes más retratados.