Tras siete años de crisis, los datos arrojan un saldo muy negativo para las economías de los consumidores. Tal y como reflejan los datos de distintas instituciones, los ingresos medios anuales de las familias se reducen paulatinamente mientras aumenta el número de hogares que llegan con mucha dificultad a fin de mes. Pese a estos datos, siguen existiendo voces que se empecinan en decir que la base de la recuperación debe venir de un impulso del consumo de las familias.
Las medidas aplicadas a rajatabla bajo los dictámenes de Europa son responsables de esta situación. El denominado “austericidio” recetado por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) supone una política económica asfixiante al exigir indiscriminadamente de todos los consumidores un esfuerzo parar hacer frente a las deudas contraídas por el único responsable de la crisis: el corrupto sistema bancario en su conjunto, al que se ha querido rescatar a toda costa.
En España, el ministro De Guindos pretende seguir con este tipo de política. Sin embargo, no parecen darse cuenta de que el consumo en condiciones mínimamente aceptables sólo es posible ya para un grupo cada vez más reducido de la ciudadanía, cayendo el resto en un consumo de baja calidad. Y, lo que es más importante, olvida con este tipo de políticas un factor tan importante como el ahorro, fundamental para la recuperación económica, y que no ha recibido sino maltrato continuo en lugar de garantías de control y seguridad para los pequeños ahorradores.
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