Como ya me arreglaron la fotocopiadora:
Nos acercamos al tercer año de Legislatura del Gobierno de Mariano Rajoy y a medida que va pasando el tiempo España huele más a tierra quemada. Durante todo este tiempo el único argumento sobre el que se asienta la actitud destructora del Ejecutivo del Partido Popular es la herencia recibida de Zapatero. Este argumento es una falacia pero, electoralmente hablando, un embuste útil.
Cada vez que en el Congreso se habla de cualquier tema, los miembros del gobierno siempre tiran de él para, primero, desgastar al principal partido de la oposición, y, segundo, para no dar explicaciones de su nefasta gestión. La herencia recibida es la cura del tío Benito que enmascara el principal objetivo del partido ultraconservador español: la imposición de un sistema neoliberal donde priman las élites y los mercados sobre los ciudadanos.
Cuando se habla de economía, los miembros del gobierno tiran de la herencia recibida para hablar de una deuda desbocada, para invocar al despilfarro de las instituciones públicas como el origen de la situación que se encontraron y que les llevó a aplicar las reformas más duras que se han visto en Europa y que iban en contra de los intereses de los ciudadanos. Afirmaban sin rubor que ellos no querían, pero que la situación les obligó. Sin embargo, mientras decían esto, un gustirrinín les recorría el espíritu neoliberal que un buen «pepero» lleva de serie. Primero los mercados, después las élites y, si sobra algo, los ciudadanos. Lo que olvida el PP cuando invoca a la herencia recibida en lo económico es que la situación que se encontraron es la consecuencia de sus propias políticas y de sus propias reformas cuando gobernaron con José María Aznar.
Cuando se habla de desempleo o del mercado laboral, tienen la desvergüenza de afirmar que ellos se vieron obligados a legislar contra los intereses del pueblo y favorecer a la clase empresarial porque el PSOE destruyó 3,5 millones de empleos. El dato es cierto, en la segunda legislatura de Zapatero el desempleo se incrementó en esa cifra. Sin embargo, lo que no dicen es que esos millones de empleos destruidos son la consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria que ellos crearon. Lo mismo ocurre cuando se les habla de pobreza o desigualdad social. Siempre están los 3,5 millones de desempleados para enmascarar su responsabilidad en la destrucción del mercado laboral, de la negociación colectiva y de los derechos de los trabajadores.
Cualquier tema que salga en el debate político será refutado con la herencia recibida. Los recortes en educación y sanidad, la reducción de derechos civiles de los españoles. Todo es culpa de Zapatero, del satánico Zapatero. Sin embargo, ¿qué herencia nos va a dejar el Partido Popular?
A nivel económico esta legislatura nos deja la sumisión total de la soberanía económica española a los poderes de los mercados. Si la entrada en el Eurogrupo ya la limitaba, el gobierno de Mariano Rajoy se ha entregado a instituciones no democráticas, no elegidas por el pueblo. Esta sumisión tiene consecuencias graves para los ciudadanos, consecuencias que van a tener que sufrir varias generaciones. Organizar la estrategia económica del Ejecutivo en base a las recomendaciones del FMI, de la OCDE o de la Comisión Europea es un suicidio para el bienestar del pueblo porque esos poderes están entregados a los intereses de las élites económicas. La crisis y el cambio de modelo capitalista se han coaligado para materializar la imposición a los Estados de un neoliberalismo con el relato de que es el único modelo sostenible y, Mariano Rajoy, como neoliberal convencido, se lo ha creído de tal modo transformándose en el paladín. Esta entrega de la economía española provoca mayor desigualdad: las clases y las élites son más poderosas mientras que las clases trabajadoras se ven abocadas a la explotación. Esta es la herencia que nos dejará el PP cuando abandone la Moncloa. Basar la salida de la crisis que ellos crearon al centrar el modelo productivo en la construcción y la especulación en la macroeconomía dándole la espalda a la economía real es lo contrario a las verdaderas necesidades de los españoles, necesidades que se acentúan y se hacen urgentes como lo podemos comprobar en los datos de pobreza que este gobierno quiere tapar y que las ONG’s hacen públicos. El aumento de la pobreza y la malnutrición de los españoles es la herencia que dejará Rajoy.
A nivel de empleo Mariano Rajoy nos va a dejar un panorama semejante al que podía haber en el siglo XIX: los patronos han recibido del Gobierno del PP todas las herramientas para precarizar de tal modo el empleo y los salarios que disponer de un empleo no es sinónimo de subsistencia. La propaganda ultraconservadora afirma que el desempleo está bajando. Sin embargo, ocultan que las horas de trabajo también se reducen. El gobierno afirma que la recuperación económica se ve en el descenso de las cifras del paro. No obstante, la población activa ha descendido, cientos de miles de españoles se han marchado, las CCAA gobernadas por el PP buscan cualquier tipo de triquiñuela estadística para enmascarar la realidad. La herencia de Mariano Rajoy va a ser un mercado laboral marcado por la precariedad y los salarios de miseria. Esta es una de las claves de cualquier régimen neoliberal: plantear un escenario de miseria para que la desesperación de los trabajadores por tener un empleo les lleva a aceptar cualquier cosa, sin protección y renunciando a sus derechos. La realidad que nos va a dejar la derecha va a ser mucho más dura que la que se encontró para la clase trabajadora porque, según el discurso del Partido Popular, estos «sacrificios» llevarán a las empresas españolas a ser más competitivas de cara al exterior. Esto es una falacia, además de una mezquindad. ¿Acaso las condiciones laborales de alemanes y suecos, por ejemplo, hacen que sus empresas sean menos competitivas? ¿Cuánto supone el coste laboral para las empresas norteamericanas? La idea es convertir a los trabajadores españoles en los bangladesíes europeos con la excusa de la competitividad: más horas de trabajo, salarios de miseria. Ese no es el camino, pero es la senda que ha implementado Mariano Rajoy y que nos dejará como herencia.
Con el Partido Popular el Estado Social está desapareciendo. La educación pública, una de las conquistas logradas tras la muerte de Franco, se está depauperizando de tal manera que estamos asistiendo al «corpore in sepulto» del sistema educativo español. Mariano Rajoy, sus cómplices ministeriales y sus asociados en las CCAA aprueban constantemente leyes y reformas que empobrecen en sistema público de educación en todos los niveles, con el único fin de fortalecer el entramado de la educación privada. Muchos de los fondos recortados a los centros públicos se destinan a subvenciones para los privados. Se recorta la ratio de profesores, se aumentan los alumnos por aula, se niegan recursos económicos fundamentales, se aumentan las tasas universitarias. Los padres que aún pueden permitírselo porque son privilegiados al mantener su puesto de trabajo en las mismas condiciones que antes de noviembre de 2.011 envían a sus hijos a los centros privados porque, al final, el coste es casi el mismo. De este modo se amplía la desigualdad que la educación pública pretende igualar. Para el pensamiento de un «pepero» no es de recibo que el hijo de un trabajador tenga las mismas oportunidades que un hijo de la élite. Mariano Rajoy ha potenciado la Formación Profesional, no como un modo de reforzar el mercado laboral, sino como el medio para fabricar obreros sumisos en vez de titulados universitarios contestatarios. Recortar en educación es una de las marcas de identidad de cualquier Estado autoritario porque al no tener a un pueblo culto se logra tener a ciudadanos sumisos. Mariano Rajoy nos va a dejar un sistema educativo basado en la generación de desigualdad, esa va a ser su herencia.
Lo mismo ocurre con la sanidad. Aquí se han escondido menos y directamente se han lanzado a la idea de privatizarla. Por mucho que nos quieran vender la idea de que la gestión privada es mejor, que no afectará a los niveles de atención, que seguirá siendo universal y gratuita, lo cierto es que la privatización de la sanidad cambia el espíritu de la misma, ya que los pacientes pasan a ser clientes y, como cualquier empresa, la gestión de los centros, ya sean Centros de Salud, ya sean Clínicas, ya sean Hospitales, lo que va a marcar los niveles de atención será la Cuenta PyG y no las ratios de efectividad. Si una empresa privada tiene pérdidas, reducirá su inversión, y donde primero se reduce es en personal, es decir, menos médicos, menos enfermeras, menos celadores o menos auxiliares de enfermería. Por tanto, la herencia de Mariano Rajoy en este sentido será el inicio de los procedimientos para la destrucción del Sistema Nacional de Salud con el único fin de implantar un sistema sanitario similar al de los Estados Unidos, un sistema cimentado en los seguros privados.
Mariano Rajoy y su gobierno nos van a dejar los derechos sociales en niveles próximos a los que había durante la dictadura. En la España del PP hay de nuevo presos políticos con la persecución de los sindicalistas que ejercían su derecho a la huelga. Se quiere eliminar de manera subrepticia dicho derecho, tal y como afirmó el propio Presidente del Gobierno. La imposición de servicios mínimos superiores al 50% provocan que la huelga, el arma fundamental de los trabajadores para defender sus derechos, queda totalmente depauperado. Si se obliga a la clase obrera a cumplir unos servicios mínimos y se le suma el cáncer del «esquilorismo» provocado por el miedo a perder el empleo la huelga como derecho queda desactivada. En la España de Rajoy se ha aprobado una Ley que amordaza totalmente los derechos de reunión, expresión y manifestación, una Ley que es mucho más dura que la del franquismo. Hemos sido testigos de cómo manifestaciones pacíficas han sido reprimidas por la policía, represión de la que es culpa las correspondientes Delegaciones de Gobierno y del Ministerio del Interior. Del mismo modo en la España de 2.014 se ha visto cómo ciudadanos que pacíficamente expresaban su opinión el día de la proclamación de Felipe de Borbón como Jefe del Estado, sin pasar por las urnas, por el simple hecho de mostrar banderas republicanas. La libertad de prensa también ha sido emponzoñada por este gobierno al incorporar a la tradicional a sus órganos de propaganda, prensa que sólo es contestada por la prensa libre, la prensa digital, prensa que no tiene el mismo alcance que la tradicional. Es muy duro que en un país democrático se continúe hablando de prensa libre y es una demostración del destino hacia el que nos quiere llevar este gobierno. Por tanto, cuando Mariano Rajoy sea expulsado por el pueblo del Gobierno, nos dejará un país con derechos nominales, pero no efectivos.
Finalmente, Mariano Rajoy nos va a dejar unas instituciones del Estado secuestradas. El Parlamento ha quedado reducido a la voluntad del PP en vez de aceptar cualquier tipo de consenso con el resto de partidos de la oposición. Mariano Rajoy ha impuesto la dictadura parlamentaria como modelo de gobierno, es decir, que utilizan los procedimientos democráticos como coartada para imponer métodos autoritarios. Han colocado a hombres de ideología ultraconservadora en los puestos clave de la Justicia con el único fin de tener el aval jurídico de los desmanes democráticos que están implementando. Han utilizado a la Fiscalía General del Estado como abogados defensores de una ciudadana. Han blindado la implantación de su ideología neoliberal, ideología que es contraria a la esencia democrática, puesto que antepone los intereses de las élites económicas a los intereses reales del pueblo.
Al igual que Ignvar, el Deshuesado, el caudillo vikingo del siglo XI, Mariano Rajoy va a arrasar la democracia sin posibilidad de vuelta atrás por el blindaje impuesto. En sus incursiones los barcos de este caudillo arrasaban de tal modo los poblados de la costa que tardaban una generación en volver a recuperarse. La herencia del PP va a ser más dañina aún para los ciudadanos que la que nos quieren vender desde el Partido Popular que dejó Zapatero, porque la herencia de ZP es la que dejó «en diferido» José María Aznar con la burbuja inmobiliaria y poner el peso del mapa productivo en manos de la especulación. El ejemplo lo tenemos en Reino Unido y la herencia que dejó Margaret Thatcher. El país aún no ha recuperado los canales democráticos ni muchos de los derechos sociales que derogó la Dama de Hierro. Rajoy nos va a dejar la democracia y el país como Ignvar dejaba los pueblos a los que asaltaba: tardaremos varias generaciones en arreglarlo devolver nuestro sistema democrático a los niveles por los que lucharon y murieron nuestros mejores.
www.diarioprogresista.es/la-herencia-de-ingvar-56273.htm