En este artículo no seremos prolijos; iremos directamente al grano, pues para estudios en detalle sobre el famoso “Banco malo”, -ahora llamado SAREB-, ya hemos detallado en numerosas ocasiones los pormenores de esta artimaña de ingeniería financiera público-privada consistente en la compraventa con dinero público de las malas inversiones de empresas privadas financieras y promotoras inmobiliarias de gran envergadura, la mayor parte, participadas igualmente por entidades financieras.
A partir de la puesta en funcionamiento de la SAREB las entidades financieras van a ejecutar hipotecas con mayor alegría tanto a particulares como a promotores en apuros, pues a partir de entonces, la posibilidad de un traspaso de los activos ejecutados a una Sociedad de titularidad pública que compra a precio superior al de mercado, permitirá que las entidades financieras ejecuten a diestro y siniestro para limpiar sus balances de productos con riesgo, sabedores de que dichos inmuebles serán traspasados en ventajosas condiciones a una Sociedad financiada mayoritariamente con dinero público, la cual se encargará de comercializar los activos traspasados a no se sabe quién. Pero en todo caso, gracias a la SAREB las entidades financieras se desprenderán de sus malas o dudosas inversiones gracias al apoyo del Estado mediante fondos públicos.
En este sentido, la SAREB es un vehículo higiénico prodigoso para determinadas empresas privadas; imagínese el lector que mañana mismo el Estado sale a su rescate comprando a un precio superior al de mercado todas las malas inversiones que usted haya realizado en los últimos diez años, liberándole así de la gestión activa de las mismas y de las posibles pérdidas derivadas de años de irresponsable inversión empresarial. ¿Volverá entonces usted a reiniciar el negocio que casi le lleva a la ruina? Verbigracia la concesión de préstamos a particulares y profesionales para la ejecución de emprendimientos empresariales ligados o no con el Sector Inmobiliario-Constructor… Evidentemente, no. Y con esto tocamos la segunda falacia de los presuntos beneficios que se le quieren atribuir a la SAREB: la reactivación del crédito al sector empresarial. Es absolutamente falso que la limpieza impulsada por el Estado de los balances de las entidades financieras conlleve la reactivación del crédito a particulares y empresas, pues estos agentes económicos no sólo sufren de exceso de deuda, -y por tanto están necesitados de ahorro y capitalización, y no de más deuda-, sino que las entidades financieras rescatadas, como cualquier otra empresa privada, invertirán en aquellos sectores económicos que aúnen mayores beneficios esperados y seguridad en la inversión, por ejemplo la compra de deuda soberana de determinados Estados -sobretodo si éstos les condeden favores excepcionales- , la inversión en países emergentes o la inversión en materias primas y energía. ¿De verdad creen ustedes que una vez que a las entidades financieras les limpien sus balances con el dinero de todos los españoles, éstas van a invertir en una economía privada y familiar sobreendeudada y que encara un panorama económico más negro que el carbón? Hay que estar muy ciego o tener la nariz muy larga para creer esto.
De lo que se trata en definitiva es de solucionar los errores de algunas entidades financieras y promotoras inmobiliarias de gran tamaño en detrimento de la Sociedad Civil española, que será la que sufrague los gastos de este atentado contra cualquier economía capitalista de libre mercado que se precie. Pero vayamos a la tercera falacia que se le atribuye a la SAREB; ¿se conseguirá poner en mercado una importante cantidad de viviendas y suelo a precios más bajos que los actuales? Teniendo en cuenta que la SAREB compra por encima de los precios actuales de mercado, que se financia a unos elevados tipos de interés, que pronto empezará a dilatar su infraestructura de funcionamiento, (obsérvese que ya se piensa en alquilar unas oficinas en un edificio emblemático de la Castellana), y que espera obtener beneficios en un dilatado periodo de tiempo, inflación mediante, no parece muy juicioso pensar que los inmuebles comercializados por esta Sociedad vayan a tener unos precios inferiores a los que hay actualmente puestos en mercado. A menos que sus directivos consientan pérdidas en la entidad y las traspasen al Estado vía déficit público, algo sobre lo que ya hemos hablado. Pero no, indudablemente tendrán que vender más caro para que la SAREB sea económicamente viable.
¿Y qué sucederá con el resto de agentes económicos ligados al Sector Inmobiliario-Constructor? Pues indudablemente van a tener que añadir un enemigo a sus vidas; a la crisis económica, la ausencia de crédito y la postergación social que padecen tendrán que sumar la competencia desleal de un competidor financiado mayoritariamente con dinero público, -maravilloso manantial sin fondo-, que no tenemos duda alguna, sepultará definitivamente uno de los sectores empresariales que más ha aportado al crecimiento económico de nuestro país desde hace más de treinta años. Esto significa que el esperado crecimiento económico y las expectativas de beneficios empresariales van a desaparecer en todo un amplio sector de nuestra economía nacional, lo que retroalimentará negativamente la escasez de crédito a particulares y empresas.
Desde luego, para unos pocos la SAREB es una bendición caída del cielo del estatismo intervencionista que padecemos, pero para la amplia mayoría de la Sociedad Civil española es un auténtico lastre, una injusticia y una barbaridad que rompe los principios de libre mercado de nuestra economía, acercándonos más a un modelo de economía capitalista cartelizada en la que grandes corporaciones privadas que funden sus límites con los del Estado parasitan la actividad empresarial de la amplia mayoría de la población. Pero no olvidemos que el parásito vive de su huésped y que si éste muere, lo hace también el primero.
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